sábado, 24 de marzo de 2018

El acoso sexual laboral existe y está protegido. Por más que nos digan que en España se han creado mecanismos para evitar el acoso como la Ley de Igualdad para la igualdad efectiva de hombres y mujeres, aprobada en 2007, eso ahí queda: palabras sobre papel mojado. Las pocas víctimas que deciden denunciar, casi siempre, en los tribunales, termina perdiendo su trabajo o porque les echan o porque dimiten al no aguantar más trabajar en un entorno que se hace a cada día más hostil y prejudicial a la salud física y mental de quién sufre el acoso. Es muy difícil probar que se sufre acoso. Los jueces deniegan a menudo las pocas pruebas que se consiguen
sacar, como son ejemplo las grabaciones. Las personas que lo presencian se niegan a testificar en
juicios y se intenta esconder el delito a costa de la degradación de la víctima. Por más que
saquen directrices para decir que en los países de Europa hay prevención en materia de acoso
sexual laboral, es solo apariencia, no nos engañemos. Aquí en España y demás sitios de Europa
se siguen dando a diario situaciones de acoso sexual hacia las mujeres. Hay que denunciar esta
lacra en los tajos, en nuestros hogares y en la calle. Hay que hacerlo comunitariamente entre
todas y todos porque el entorno, la sociedad, tiene un papel fundamental para acabar con este
tipo de acoso y su apoyo aquien sufre acoso sexual es de sobremanera importante.

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